martes, 25 de enero de 2011

La industria naviera, o cómo cumplir dos objetivos a la vez


Regular al shipping, la industria del transporte marítimo, es por definición, una tarea complicada.

Responsable del 90% del movimiento de las importaciones y exportaciones de todo el mundo, la economía y el estilo de vida en última instancia, tal como hoy lo entendemos, dependen exclusivamente de los barcos.

Pero cuando el mundo comienza a preocuparse por los niveles de contaminación ambiental, y de las emisiones que genera la quema de combustibles, se pone el foco en estos barcos.

La industria se comprometió a reducir las emisiones (aunque sea, dicho sea de paso, el modo más eficiente en cuanto a consumo y emisiones si se pondera la carga transportada por la cantidad de kilómetros recorridos). Pero, ¿a qué país se le atribuye la responsabilidad por las emisiones contaminantes en la navegación? Un barco puede tener una bandera de un país, un registro en otro, el dueño puede ser de un tercer país, el armador de un cuarto, el astillero que lo fabricó de un quinto país, quienes lo "operan" pueden ser navieras de distintas nacionalidades...


El shipping es responsable del 2,7% de las emisiones globales totales. Convengamos en que si a la industria le interesa reducir la contaminación ambiental no sólo es por su compromiso e incluso por el grado de sofisticación de sus particulares políticas de responsabilidad social empresaria. Es, también, por un interés netamente económico: el altísimo costo del combustible, motivo que los llevó a navegar sus barcos más lentos. Y cuando asola de nuevo las tres cifras en la cotización del barril, ¿por qué no ultimar dos objetivos de una sola vez?

Emiliano Galli - La Nación.

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