Informe de Prefectura
Los aspectos ambientales en la construcción naval
29.09.2016 15:54 |
| Fuente: P.N.A.
Para
la elaboración de normativas sobre emisiones a la atmósfera, descargas
de líquidos y residuos sólidos, lo esencial es la protección de la salud
pública y el cuidado del bienestar general de la población.
Normalmente, este último término
comprende primariamente al conjunto humano formado por los trabajadores
de las instalaciones industriales y quienes habitan en sus proximidades.
No obstante, las corrientes de aire transportan los contaminantes de un
lugar a otro, e incluso más allá de las fronteras nacionales; los
vertidos a las aguas de los ríos, lagos y mares viajan de igual forma y
van de unos países a otros; y los residuos se trasladan dentro del país
en que se han producido o a otros lugares del mundo.
Los astilleros llevan a cabo una
gran variedad de actividades y procesos, durante la construcción o
reparación de buques y embarcaciones de todo tipo. Muchas de estas
tareas generan contaminantes atmosféricos o de las aguas, de los que se
sabe o se sospecha que causan enfermedades y trastornos fisiológicos y
metabólicos, como cáncer, silicosis o saturnismo (envenenamiento con
plomo), por ejemplo. Estas sustancias también actúan de manera
indirecta, como agentes mutagénicos (que influyen en la bioquímica de la
reproducción de las generaciones futuras) o teratogénicos (que afectan
al desarrollo del feto).
La contaminación del aire y el agua
puede inducir a su vez efectos secundarios en los seres humanos. Cuando
los contaminantes de la atmósfera caen arrastrados por las lluvias,
afectan a la calidad de los cuerpos de agua hacia donde drenan, así como
a los cultivos que riegan, y por lo tanto, también a la salud pública.
Las descargas vertidas directamente en el agua por medio de conductos o
cauces emisarios, degradan su calidad hasta el extremo de que consumirla
o hasta bañarse en ella, implica peligros para la salud. La degradación
de la tierra, el agua y el aire también afecta en una u otra forma a la
vida acuática, y en última instancia, a los seres humanos.
Calidad del aire
Prácticamente todas las actividades
relacionadas con la construcción, reparación y mantenimiento de buques y
embarcaciones, causan en alguna etapa del proceso emisiones a la
atmósfera. Entre los contaminantes atmosféricos regulados en numerosos
países se incluyen los óxidos de azufre (SOx) y de nitrógeno (NOx),
monóxido de carbono (CO), material particulado (humo, hollín, polvo,
etc.), plomo y los compuestos orgánicos volátiles (COV). Las operaciones
inherentes a las construcciones y reparaciones navales que generan
contaminantes del tipo de los “óxidos”, incluyen los quemadores de
calderas y otras fuentes de calor para tratamiento de metales,
producción de electricidad y hornos.
Los humos de combustión y el polvo
formado al trabajar la madera, y al lijar, esmerilar y pulir o limpiar
con chorros de arena, contienen partículas en suspensión cuya difusión a
la atmósfera se debe impedir mediante dispositivos específicos. En
ocasiones hay que fundir lingotes de plomo para lastrar ciertas
construcciones, e inclusive moldearlo con determinadas formas de diseño
hidrodinámico, emitiendo vapores venenosos, y también se forma polvo de
plomo al eliminar la pintura vieja de los buques para su renovación o
inspección general.
Los compuestos orgánicos volátiles
(COV) son sustancias químicas peligrosas, con propiedades nocivas para
la salud confirmadas o sospechadas. Se forman en muchas actividades
desarrolladas en los astilleros, como fundición y galvanoplastia, que
emiten vapores de cromo, estaño y otros componentes metálicos. Los
hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) son cancerígenos
comprobados, y si bien algunos COV’s como los alcoholes y las naftas,
utilizados como disolventes de pinturas, diluyentes y limpiadores, y
numerosas colas y adhesivos, no son HAP’s, otros disolventes, utilizados
principalmente en pinturas, como xileno, tolueno, benceno y diversos
compuestos clorados, como tricloroetileno, cloruro de metilo y
tricloroetano, sí son HAP’s.
Calidad del agua
Dado que generalmente los buques y
embarcaciones se construyen y reparan cerca del agua, los astilleros han
de cumplir con las normativas establecidas por los organismos
gubernamentales en materia de vertidos de aguas residuales. Por ejemplo
en Norteamérica, la mayoría de los establecimientos aplican un programa
denominado “Prácticas Óptimas de Gestión” (BMP), considerado como una
importante compilación de técnicas de control para ayudar a esas
instalaciones a cumplir con los requisitos establecidos en materia de
vertidos.
Otra tecnología de control
utilizada en astilleros con muelles de carena (diques secos), es el
sistema de ’presa y compuerta’. Las presas son una especie de cajas que
se encargan de retener los sólidos e impedir que lleguen a los sumideros
y las aguas adyacentes. El sistema de compuertas evita la entrada en
los sumideros de los residuos oleosos y las partículas flotantes.
Muchos astilleros han incorporado
últimamente el control de las aguas de tormenta. Cada instalación debe
contar con un plan de prevención de la contaminación por precipitaciones
tormentosas, que mediante la aplicación de diferentes tecnologías de
control, impida que el agua de lluvia arrastre los contaminantes hacia
el espejo de agua próximo al emplazamiento del astillero. Muchas
instalaciones destinadas a la construcción de buques y embarcaciones
vierten parte de sus aguas residuales a la red de alcantarillado, así
que deben cumplir con los requisitos locales en materia de vertidos a la
red pública de alcantarillas. Algunos astilleros están construyendo sus
propias plantas de tratamiento previo de líquidos residuales, diseñadas
para cumplir con las normativas locales sobre calidad de las aguas.
Para ese fin, hay dos tipos básicos
de plantas de tratamiento previo: en uno, la finalidad primordial es
retirar los metales tóxicos, precipitándolos en forma de sales, mientras
que el objetivo del otro es extraer los productos derivados del
petróleo, principalmente por diferencia de densidad y floculación.
Gestión de residuos
Las diferentes etapas del proceso
de la construcción naval producen distintos tipos de residuos
característicos, que se eliminan de acuerdo con las normativas en vigor.
Los trabajos de corte y conformación de aceros producen una gran
cantidad de virutas metálicas; las operaciones de limpieza y
recubrimiento de las planchas de acero generan polvos de abrasión,
restos de pinturas y disolventes.
Los restos metálicos no entrañan
por sí mismos peligro alguno para el ambiente y las personas, y
normalmente se reciclan. En cambio los residuos de pinturas y
disolventes son inflamables y tóxicos, y los restos de abrasión pueden
resultar peligrosos, según la composición y características de los
recubrimientos eliminados.
A medida que toman cuerpo los
módulos de acero, se añaden conducciones. La preparación de éstas para
su instalación en los módulos produce desechos, entre ellos aguas sucias
contaminadas con los productos ácidos y cáusticos utilizados en la
limpieza de los conductos. Estos líquidos residuales deben ser tratados
de una manera especial para neutralizar sus propiedades corrosivas o
alcalinas, la suciedad, los aceites contaminantes y sedimentos que
contienen.
Mientras se fabrican las distintas
partes de una construcción naval, se preparan los componentes eléctricos
y de ventilación, la maquinaria principal y auxiliar, y las tuberías
para distintos fluidos, todo ello destinado a la fase de equipamiento
del buque. En estas operaciones se generan residuos como los lubricantes
y refrigerantes empleados para cortar metales, los desengrasantes y los
líquidos de galvanoplastia, desechos que no pueden ser vertidos y deben
pasar por distintos tratamientos de neutralización, recuperación,
reciclado, disposición final o eliminación, según el caso.
Los líquidos residuales procedentes
de los procesos de recubrimiento electrolítico son tóxicos y ácidos,
pudiendo contener compuestos de cianuro, cromo, níquel, cobre, cinc,
estaño u otros, por lo que requieren tratamientos especiales. Los buques
que ingresan a dique de carena deben siempre vaciar todos los residuos
acumulados durante la travesía, así como los dobles fondos, antes de
salir a seco. Los líquidos de sentina deben ser tratados para eliminar
de ellos los hidrocarburos, y las aguas negras de los tanques sanitarios
deben entregarse a tierra para someterlas a un tratamiento biológico.
Incluso los desperdicios orgánicos y basuras deben ser objeto de
tratamientos especiales, para cumplir con las normativas vigentes y
evitar así la introducción de enfermedades, plagas vegetales y animales,
u otros agentes patogénicos exóticos.
Como se puede ver someramente, una
instalación tan particular como lo es un astillero, ya sea de
construcción, reparación e incluso hasta de desguace de buques,
comprende una amplísima variedad de procesos, algunos de los cuales a
veces son tercerizados, pero la mayoría se ejecutan in situ debido a que
implican trabajar sobre las propias estructuras de los buques, que no
pueden ser trasladadas. Todas estas operaciones generan desechos de
diversos tipos, en mayor o menor grado y con algún nivel de
peligrosidad, los cuales deben estar bien identificados y sometidos a un
plan detallado de protección preventiva, para poder ser recolectados
adecuadamente, impedir que contaminen el ambiente y finalmente
someterlos al tratamiento respectivo, ya sea para su reciclado,
neutralización, disposición final o eliminación.
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